Empatía: ¿De verdad te pones en el lugar de la otra persona?
Aprender a ser empático/a va más allá de ponerse en el lugar del otro. En este artículo te invito a mirar las situaciones desde distintas perspectivas: la tuya, la del otro y la de un observador/a, para comprender de verdad, comunicar con más calma y acompañar sin juzgar
COACHING
Mara Bonacasa Soriano
10/4/20252 min leer
¿De verdad te pones en el lugar de la otra persona?
Hablamos mucho de empatía. La mencionamos cuando hay conflictos, cuando damos consejos o cuando intentamos entender una reacción que no compartimos. Pero… cuando decimos “ponte en la situación del otro”, ¿realmente lo hacemos?
La empatía no consiste solo en imaginar lo que haríamos si fuéramos esa persona. Consiste en algo mucho más profundo: entender cómo el otro/a piensa, siente y actúa desde su propio mapa mental, no desde el nuestro. Significa aparcar por un momento nuestra forma de ver el mundo y observar la realidad desde los ojos del otro. Y eso, no te voy a engañar, no es nada fácil.
En coaching, hablamos de posiciones perceptivas. Es una herramienta potente para desarrollar empatía real. Te lo explico con un ejemplo sencillo: cuando das un consejo, ¿desde qué lugar lo haces? La mayoría de las veces, lo hacemos desde la primera posición: “yo, si fuera tú, haría…”. Pero, claro, no somos el otro, y su historia, sus emociones, su contexto y sus miedos son distintos a los nuestros.
Primera posición: tú contigo
Aquí estás tú, con tu manera de ver las cosas, tus valores, tus emociones y tu experiencia. Desde este lugar entiendes el mundo según tu propia película. Es necesaria, porque te conecta con tus necesidades, pero si te quedas solo aquí, puedes caer en la trampa de la opinión rápida o el juicio automático.
Segunda posición: el otro
Ahora imagina que te metes, literalmente, en su piel. No como un actor que interpreta, sino como si fueras esa persona. ¿Cómo se levanta? ¿Qué teme? ¿Qué le preocupa? ¿Qué historia hay detrás de lo que te ha dicho o hecho?
Esta posición requiere curiosidad, humildad y pausa. No puedes entender a alguien si lo haces desde tus propias gafas. Y sí, cuesta… especialmente cuando hay conflicto o cuando sientes rabia. Pero aquí está la clave de empezar a relacionarte de una manera diferente.
Tercera posición: el observador/a
Desde fuera, como si fueras un espectador/a neutral. Miras la escena sin involucrarte, sin ser tú, ni el otro. Solo observas: los tonos de voz, los gestos, lo que se dice y lo que no.
Desde esta distancia puedes ver patrones, malentendidos y emociones que antes no notabas. Es el punto donde puedes preguntarte: ¿Qué está necesitando cada uno?, ¿Cómo podrían ayudarse mutuamente?, ¿Qué consejo real podría darse que sea útil para ambos? (en caso de haber un conflicto)
Y luego vuelves a la primera posición
Después de escuchar a todas las partes, vuelves a tu centro, con una visión más amplia. Y entonces te planteas, ¿Cuál es el mejor consejo que puedo dar de verdad, teniendo en cuenta lo que el otro siente y necesita?, ¿Y qué puedo hacer yo, para mejorar la situación?
Y a veces, la respuesta es no hacer nada. A veces, el mejor consejo es simplemente escuchar, acompañar y dejar espacio. No para arreglar, sino para que el otro se sienta comprendido/a y pueda encontrar sus propias respuestas cuando sea el momento.
Una práctica para tu día a día
La próxima vez que te enfades, que quieras aconsejar o que no entiendas una reacción, prueba esto:
Piensa la situación desde tu persona (¿qué piensas, qué sientes, qué necesitas?).
Ponte en el lugar del otro y descríbelo desde su mapa, no desde el tuyo.
Distánciate para observar la escena desde fuera.
Y finalmente vuelve a la primera posición y pregúntate, ¿Cuál sería el mejor consejo que puedo darle?, ¿O quizá lo mejor que puedo hacer ahora es escuchar y acompañar?
La empatía no siempre resuelve el conflicto, pero cambia la forma en la que nos relacionamos con él.