La primera impresión cuenta (y mucho)
La entrevista de trabajo se parece mucho a una primera cita: la primera impresión cuenta, la preparación marca la diferencia y la actitud lo es todo. En este post comparto consejos prácticos para brillar y mostrar lo mejor de ti sin máscaras.
LA VENUS LABORAL
9/23/20253 min read
La primera impresión cuenta (y mucho)
Seamos francxs: la primera impresión importa, y mucho. Igual que en una app de citas, ese primer encuentro puede marcar el rumbo de todo lo que venga después. Se trata de caernos bien, de gustarnos y, por supuesto, de demostrar profesionalidad.
Llega preparadx
Lxs candidatxs que se han preparado la entrevista, que traen sus preguntas apuntadas y que han reflexionado sobre ellas, gustan más. Eso demuestra interés y preparación.
A mí me gusta empezar con una pregunta sencilla: ¿por qué has aplicado al puesto y qué esperas de él? Prepáratela. Debes tener una razón clara por la que quieres trabajar en un lugar nuevo. Nadie quiere sentir que lo eliges por desesperación o porque ya te han rechazado en otros sitios.
Lee sobre la empresa. No hace falta que te aprendas de memoria su historia, pero sí conocer lo esencial y, sobre todo, qué te hace querer trabajar allí.
Cuida la primera impresión
El físico no importa, pero el cuidado en tu apariencia sí. Cada puesto tiene su estilo, pero lo que nunca está aceptado es ropa sucia, mal olor o palabras groseras. Piensa en tu primera cita: ¿te gustaría que la otra persona llegara oliendo a alcohol, con la camiseta de ayer en pleno agosto a 35 grados? Pues eso.
Haz los deberes con tu CV
Recuerda qué hiciste en cada etapa, por qué cambiaste de un trabajo a otro y qué aprendiste en el camino. Si has puesto habilidades en tu currículum, ten claro por qué las incluiste y qué ejemplos las respaldan. Es bastante probable que te pregunten sobre ello.
Nunca hables mal de tu ex…. Perdón de tu jefx
Puedes dejar entrever que no coincidías con su filosofía o que no era el mejor líder, pero no lo pongas en el centro de tu discurso. Piensa que, si hoy hablas mal de tu empresa anterior, mañana podrías hacerlo de la que te está contratando. En una primera cita no se habla durante horas de lo horrible que fue tu expareja. Este tema, si aparece, será más adelante.
Este es tu momento de brillar
No tengas vergüenza en hablar de tus fortalezas, pero siempre justifícalas. Cuando te pregunten por debilidades, no caigas en el clásico “soy perfeccionista” o “trabajo demasiado”, a no ser que realmente suponga un problema. Aquí suelo pensar: venga, mójate, todos tenemos debilidades, ¿cuáles son las tuyas?
Eso sí, todo con medida. Una vez un candidato me dijo que sufría de ansiedad y estaba tomando tranquilizantes. Quizá no era necesario contarlo en la primera entrevista. Podría haber dicho, por ejemplo: “Me cuesta separar el trabajo de mi vida personal, a veces me lleva a dormir mal, o soy demasiado monótono en las conversaciones con mi pareja y estoy trabajando en ello”. No hubiera mentido, pero tampoco habría sido excesivo.
Haz buenas preguntas
Las preguntas que tú hagas dicen mucho de ti y debes de adaptarlas al puesto. Algunas que funcionan muy bien son sobre los retos más importantes del puesto, lo que esperan de la persona que se incorpore, los proyectos de este año y del próximo o los siguientes pasos del proceso. Incluso puedes atreverte con algo como “¿qué destacarías de mí como candidatx?”.
Y sí, claro que puedes hablar de salario y condiciones, todos trabajamos por dinero, pero añade algo más sobre el puesto. Piensa en una primera cita: ¿vas a hablar solo de sexo o también de lo que busca la otra persona y de qué le gusta hacer en su tiempo libre?
Actitud lo es todo
Mantén una actitud profesional, cercana y sincera. Sé humilde. A nadie le gusta rodearse de personas, soberbias, excesivamente serias o con cierta agresividad en su tono.
En resumen: usa el sentido común. Al final, en una entrevista igual que en una cita no se trata de impresionar con artificios, sino de mostrar quién eres de la mejor forma posible para poder encajar mutuamente a largo plazo.